Los tanatorios deberían de sonar a paz, a lugares adecuados para gestionar el dolor por la pérdida de seres queridos, a encuentros en situaciones desesperadas, a escenarios para la solidaridad y a, en fin, espacios para el último adiós a familiares, amigos o simples compañeros. Pero no. Proyectar, construir o inaugurar un velador en la Costa da Morte suele ir acompañado de querellas, denuncias, disputas y conflictos varios según el pueblo o el promotor. No hace falta remontarse al follón de Malpica, donde el dueño del tanatorio acabó con sus huesos en la cárcel por culpa de su instalación fúnebre. En Camariñas está pegando las últimas bocanadas la enredadera judicial en torno al velador promovido por el Concello. La terquedad del alcalde salió triunfadora en este particular enfrentamiento, sin duda politizado hasta los topes. El proyecto de Baíñas también se las trae. Empieza y a ver cómo acaba. También en este caso el asunto podría estar minado por la política, aunque, al parecer, de forma muy subterránea.

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Y ahora Coristanco. La asociación de funerarias denuncia a la empresa que abrió el servicio fúnebre de Agualada. Parece reproducirse la guerra abierta entre las dos compañías del municipio que gestionan residuos industriales y de obras, que tratan de ahogarse con denuncias y zancadillas mutuas. Mal para ellas y mal para el municipio.

Fuente: La Voz de Galicia